Las mineras a cielo abierto contaminan el agua, y el área donde desarrollan su actividad.
Las de oro, por ejemplo, necesitan gran cantidad de agua en su proceso y, en el lavado del mineral invervienen sustancias sumamente contaminantes no a nivel superficial, solamente, sino que las napas de agua, también llegan a contaminarse por grietas de la superficie.
Otras explotaciones como canteras de mármol, o piedra caliza, degradan y modifican irreversiblemente el paisaje de la región.
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